El
ambiente era húmedo, según corría notaba los golpes de las plantas al pasar.
Tenia que pensar en no golpearse contra la gran cantidad de árboles que la
rodeaban pero también en evitar que la alcanzasen. Tenía que proteger el
colgante a toda costa, ya había habido demasiadas vidas pérdidas por protegerlo
y esas muertes no iban a ser en vano. Solo tenia que llegar hasta las ruinas
mayas en el centro de la selva, entrar y colocar el colgante en el altar
sagrado y el mundo se salvaría. Su melena rojiza la había tenido que cortar
hace tiempo, cuando llego al amazonas para que en una situación como en la que
ahora se encontraba no se le enganchase con las ramas. Si no fuera por sus ojos
turquesa que le afeminaban el rostro cualquiera diría que era un muchacho por
sus vestimentas, ropas rasgadas y empapadas cubiertas por una oscura capa. Ya
le quedaba poco debía llegar o el mundo correría la misma suerte que su
planeta, el planeta gemelo de la Tierra, Aqua. Aqua había sido un bello planeta
cuyo nombre no le hacía justicia. Estaba lleno de praderas y los hiumans,
habitantes de Aqua podían cambiar de forma, por lo que nadie sabía como eran en
realidad. Sin embargo eran similares a los humanos pero poseían poderes que
estos no poseían, por lo menos no la mayoría. Podían ver el futuro, leer el
destino o los más poderosos manejar el agua. Ninara desde pequeña había
mostrado tener las tres capacidades pero cuando todo parecía perfecto el
planeta salio de su orbita se alejo demasiado de su gemelo, y fue olvidado por
los humanos. El planeta se congelaba poco a poco y los hiumans iban
desapareciendo, sin embargo Ninara sobrevivió y fue mandada hasta la Tierra en
busca de una solución. Llego a la Tierra cinco años después teniendo 20 años.
Busco una solución y dio con un colgante que era capaz de salvar un planeta y
se debía colocar en un lugar sagrado donde respondería a la llamada de los
habitantes pero cuando quiso volver los humanos habían encontrado restos de un
planeta similar a la Tierra en el que ya no quedaba vida. Ninara enmudeció por
la noticia se había pasado cinco años buscando una solución y ahora nada podía
hacer nada mas que hacer de la Tierra su nuevo hogar. Le dolía pensar todo lo
que había sucedido pero debía continuar y salvar el planeta, esta vez no
fracasaría, le había cogido cariño a su nuevo hogar. Esos malditos demonios que
resultaron ser los culpables de la masacre de Aqua no vencerían esta vez, no
mientras ella viviera. Había perdido su capacidad de cambiar de forma pero su
oído era muy fino y los oía cada vez mas cerca. Ya veía una sombra entre la
frondosa vegetación pero cuando creyó que podría llegar las fuerzas le
flaquearon y se quedo inconsciente en el suelo húmedo. Era el final la
alcanzarían, la matarían y destruirían el colgante. Pero oyó voces familiares
en su mente <Vamos Ninara lucha por lo que quieres, no olvides que eres un
Aquatiana, una guerrera, lucha por nosotros jamás te olvidamos no olvides a
donde perteneces.>, si eso haría lucharía, esas voces eran sus hermanos, los
hiumans o por lo menos sus almas, tenían razón no tenia que huir solo tenia que
enfrentarse a ellos en las ruinas allí tendría ventaja era un lugar sagrado. Se
levanto, las voces estaban cerca así que corrió todo lo que pudo, la vegetación
se iba haciendo menos frondosa y llego a un claro con ruinas y justo en el
centro una pirámide escalonada intacta. Subió los escalones hasta llegar arriba
del todo, sudaba el cansancio se apoderaba de ella pero antes de desplomarse
debía derrotar a los demonios. Coloco el colgante en el altar de la cima de la
pirámide y un luz envolvió la selva. Los demonios ya habían llegado y se
tuvieron que tapar la vista. Tal y como le indicaba su corazón puso la mano
izquierda sobre el colgante y la derecha sobre su corazón, pronuncio un
juramento ‘Por los siglos de sufrimiento, por los planetas destruidos Aqua fue
el ultimo la Tierra no será destruida, vosotros los demonios que acabaron con millones
de personas seréis encerrados en el interior de esta pirámide y para sellar la
pirámide y que nadie logre abrirla yo la ultima de la dinastía Aquatiana te
ofrezco mi vida hermana Tierra y a vosotros los Terrícolas para que podáis
vivir en paz como vivió Aqua. Sois libres.’ Y así la última Aquatiana cayo
sobre la húmeda piedra con una lágrima en el ojo como despedida y la mano en el
pecho como agradecimiento a la Tierra por haberle dado un hogar. Los demonios
jamás escaparían de su encierro y el alma de un planeta estaría reflejada en su
hermana Tierra. Con el tiempo la selva engullo la pirámide y el cuerpo inerte
de Ninara fue enterrado por los humanos al lado de la pirámide y en cuya lápida
se leía ‘La guardiana de la Tierra’ un honor para el alma de Ninara que por fin
se había reunido con los suyos.
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