Mark Twain (1835-1910). Escritor estadounidense.
Cuentan que Mark Twain, cuando ya era reconocido y famoso en el mundo entero, le confesó a un amigo íntimo:
-- ¡Ah! Yo tardé diez años en descubrir que no tenía ningún talento para dedicarme a escribir.
-- ¿Y por qué no lo dejaste, entonces?
Y Mark Twain se encogió de hombros:
-- Porque cuando me di cuenta de eso, ya era demasiado famoso.
Hombres de pocas palabras
Al parecer, la de Víctor Hugo a su editor. Víctor Hugo, de vacaciones, estaba ansioso por saber la suerte que estaba corriendo la publicación de Los miserables, así que escribió a su editor esta sugestiva mivisa: "?". El editor le respondió: "!" y de este modo participaron del intercambio epistolar más breve de la historia.
Al parecer, la de Víctor Hugo a su editor. Víctor Hugo, de vacaciones, estaba ansioso por saber la suerte que estaba corriendo la publicación de Los miserables, así que escribió a su editor esta sugestiva mivisa: "?". El editor le respondió: "!" y de este modo participaron del intercambio epistolar más breve de la historia.
Un día, Jonathan Swift, el ácido autor de Los Viajes de Gulliver, llamó a su criado y le pidió que le trajera las botas.
Un minuto después, el criado se presentó ante él, con las botas llenas de barro.
-¿Por qué no las has limpiado? -preguntó Swift.
-Como sabía que usted iba a salir y los caminos están llenos de barro, me pareció inútil limpiarlas.
Swift no dijo nada, pero al rato el criado le pidió la llave de la despensa.
-Para qué la quieres? -preguntó el escritor.
-Para sacar comida -respondió el criado-, aún no he almorzado.
-No te la voy a dar: como dentro de unas horas volverás a tener hambre, no vale la pena que comas ahora.
Un minuto después, el criado se presentó ante él, con las botas llenas de barro.
-¿Por qué no las has limpiado? -preguntó Swift.
-Como sabía que usted iba a salir y los caminos están llenos de barro, me pareció inútil limpiarlas.
Swift no dijo nada, pero al rato el criado le pidió la llave de la despensa.
-Para qué la quieres? -preguntó el escritor.
-Para sacar comida -respondió el criado-, aún no he almorzado.
-No te la voy a dar: como dentro de unas horas volverás a tener hambre, no vale la pena que comas ahora.
León Tolstoi (1828-1910), el famoso novelista, crítico y moralista ruso, siempre tuvo en su esposa a una gran colaboradora. En cierta ocasión, le dijo:
- Escríbeme en un cuaderno todo lo que te dije cuando te pedí que fueses mi esposa. ¿De acuerdo?
- Por supuesto!-, respondió ella. Y se puso de inmediato a la tarea. Según dicen los críticos, todo cuanto escribió la señora de Tolstoi lo utilizó el célebre escritor, palabra por palabra, en la declaración de amor que se encuentra en su famosa obra “Ana Karenina”.
A Pablo Neruda, en 1971, le avisaron que había ganado el premio Nobel de literatura tres días antes de que se publicara la noticia, por un mensaje confidencial de la Academia Sueca. La noche siguiente invitó a un grupo de amigos a cenar en París, donde entonces era embajador de Chile, y ninguno de los amigos se enteró del motivo de la fiesta hasta que los periódicos de la tarde dieron la noticia. “Es que nunca creo nada mientras no lo vea escrito” dijo Neruda con su risa invencible.
Resultan muy interesantes algunas de estas anécdotas. ¿Cuál os ha llamado más la atención?
¡Que interesante esta seccion!
ResponderEliminarSiempre sigo esta seccion del blog porque simplemente me encanta!
Un besote!
Pobre criado de Swift, se moriría hambriento por escuchar esa frase cada vez que le pedía comida... Me han gustado también las de Mark Twain y Víctor Hugo.
ResponderEliminarUn besazo,
Abel