La leyenda de Selene
En
el aire solo se oía la respiración entrecortada de la joven y los golpes que
provocaban las ramas contra su cuerpo. Corría todo lo que podía sin saber
exactamente la dirección en la que lo
hacía. Le dolían las plantas de los pies y la herida que sangraba en su hombro
derecho. Su cerebro ya no asimilaba que lo que estaba pasando fuese real.
Era el esperado día. La ansiada graduación. El
cierre de una etapa muy especial cómo es el instituto y el comienzo de una
nueva vida. Todos estábamos con nuestros amigos bailando, riendo o simplemente
hablando sobre la foto que nos hacían al entrar. Los chicos lucían traje y las
chicas vestidos de todo tipo que se habían esmerado en buscar y conjuntar. El
mío era verde, liso, largo hasta los tobillos y con dos cintas blancas cruzadas
en la cintura y que quedaban sueltas y ladeadas cada una hacia un lado. No
tenía cuello sino una línea que iba desde los hombros, dejándolos al aire y
cruzaba por debajo del final del cuello en línea recta. Y desde la parte de los
tobillos subía una hiedra de purpurina verde oscuro que iba camuflándose a
medida que ascendía desapareciendo por completo a la altura de las cintas.
Los
recuerdos pasaban raudos por su mente a la vez que se esforzaba por intentar no
correr en círculos. Notó un sabor amargo en la boca y se dio cuenta de que de
sus ojos empezaban a brotar lágrimas. Estaba muy asustaba y lo único que
deseaba era despertarse y que todo hubiera sido una pesadilla anterior al día
de la graduación. Pero algo en su interior le decía que era real y terrorífico.
Me dispuse a bailar con unas amigas cuando las
puertas del gran gimnasio se abrieron de golpe y un aire frío entró recorriendo
la sala. Los que estaban bailando pararon y se formó una multitud que dio un
paso o dos hacia atrás. En la puerta unos hombres fornidos y vestidos de negro
se alzaban imponentes y terroríficos. Portaban armas tanto de fuego cómo blanca
tipo espadas y sables. Me sujete a mis amigas y ellas a mí. Todo era demasiado
rápido.
-Empezad a buscar y encontradla. No puede andar muy
lejos según mis fuentes. –gruño a voz en grito el más terrorífico de todos.
Llevaba un parche en el ojo y sus facciones eran rudas, frías e inspiradoras de
miedo.
-¿A quién están buscando? –me susurro mi mejor
amiga.
-Reza por que no seas ni tú ni nosotras. –respondí
mirándola a ella y señalándonos a mi otra amiga y a mí.
Un
tiro desgarró el aire advirtiendo a la joven que estaba cerca y esta vez no
tendría tanta suerte para escapar. Miró a los dos lados y se decidió por la derecha.
Su nuevo objetivo era encontrar un escondite y lo más rápido posible. El brazo
le escocía y llevaba el vestido raído y sucio cómo si nunca hubiese sido uno.
Los hombres apartaban a empujones a los hombres y
mujeres que no eran quien buscaban. Mis amigas se echaron para atrás y se
agarraron a las parejas que las habían acompañado al baile. Yo había ido sola y
a insistencia de ellas. Me fui echando hacia atrás para intentar escabullirme.
No sabía porque pero algo me llamaba a escapar. Cada vez estaban más cerca de
donde estaba yo. Mire detrás de mí y vi la puerta trasera del gimnasio
despejada. Volví la cabeza hacia los hombres y camine hacia atrás despacio.
-¡ENCONTRADLA! –volvió a gritar el hombre
sobresaltándome.
Mi corazón palpitaba más rápido de lo normal.
-Y recordad… tratadla con cuidado cuando la
encontréis. –dijo con un tono más de aviso que de amabilidad.
Empecé a apresurar el paso cuando ya sólo se
encontraban a unos pasos y me habían visto. De repente me choque contra algo y
miré a mi espalda. Tragué saliva e intente correr en otra dirección pero el
soldado ya me había agarrado por los brazos.
-No tengas miedo jovencita. Si tienes suerte no
serás tú la que estemos buscando. –gruño el fornido hombre que más bien parecía
un gran oso.
Siguió
corriendo mirando para todos los lados y buscando algún posible escondite. Tuvo
un momento en el que tuvo la sensación de que podría escapar pero justo en ese
instante tropezó con una raíz traicionera. Desde el suelo se maldijo a sí misma
y miró para todas partes mientras se impulsaba a duros intentos con el brazo
izquierdo. Mientras subía poco a poco vio algo que le había pasado inadvertido.
Una madriguera vacía. Se levantó con mucho esfuerzo y camino hacia ella. Cogió
algunas ramas y se metió en la madriguera mientras ponía las hojas sobre la
entrada para pasar más inadvertida. Otro tiró desgarro el aire. ‘Esto no está
pasando. Esto no está pasando…’ pensaba continuamente en su cabeza.
Una mujer me puso un colgante en forma de piedra
delante de mis ojos y recito unas palabras. El colgante empezó a brillar con
una luz brillante y blanquecina.
-La hemos encontrado. –exclamó la mujer.
Un frío recorrió mi cuerpo y empecé a notar una
energía que nunca había creído tener. Era un sueño, tenía que serlo.
-Suéltame. –rezongue intentando zafarme de sus
garras.
Vi al hombre del parche acercarse a mí mientras la
gente se apartaba a su paso.
-La hija de la Luna piensa que puede escapar. –Se rió con socarronería y se plantó frente a mí.- Por fin te encontramos cómo encontraremos
a los de tu especie.
Su risa resonó por el gimnasio y algo en mí se
removió y un dolor me recorrió el cuerpo. El hombre que me sujetaba se
sorprendió y me soltó. Todos me apuntaban con pistolas y note que mi olfato se
había agudizado. Hija de la Luna. Mi mente enseguida asimilo que me estaba
convirtiendo en una criatura mitológica.
-Es extraño que hasta ahora no te hubieses
transformado. –Gruño el hombre y levanto el brazo.- Preparad las armas y recordad
que si hay que hacerlo, matadla.
Quise hablar pero solo pude soltar un gruñido
gutural que manó de mi garganta. Ahora era una loba grande y de color negro.
Empujé con mi peso al que antes me había sujetado y empecé a correr a cuatro
patas sintiendo terror y a la vez libertad. Cómo si hubiera encontrado mi
verdadero yo. A mi espalda empezaban a sonar tiros y note mi pata delantera
derecha desgarrarse pero mi yo lobuno me impidió parar. Parar sería equivalente
a morir. En esos momentos mi mente sólo asimilaba eso y no que fuera una loba.
Se
sujetó las piernas con el brazo izquierdo y dejó el brazo derecho pegado a su
cuerpo mientras enterraba la cabeza entre su brazo y sus piernas. ‘Nada es
real. Nada es real.’ Su mente había olvidado cómo era estar cuerdo. Oyó unos
pasos que todavía se encontraban a unos metros. Sus sentidos ahora eran más
agudos qué antes. ¿Qué era lo qué había pasado exactamente?
-TRAED
A LOS PERROS.-gritó la voz de un soldado en la lejanía.
‘Estoy
perdida. Apesto a lobo’ dijo una voz en su interior.
Me interne en el bosque y capté todos los olores que
caracterizaban la primavera en la floresta. Corrí todo lo que pude y en un
claro me comencé a convertir. Del vestido quedaba lo suficiente para cubrirme y
mi brazo sangraba. Escocía mucho. Me levante con cuidado y empecé a correr sin
rumbo fijo y sin ningún objetivo más que el de escapar de algo que no
comprendía.
Cada
vez estaban más cerca y ella contenía la respiración tanto que sólo oía el
latir de su corazón. Después de un rato notó la presencia de los hombres en el
lugar en el que se había caído. Y rezó para que los perros tuvieran el olfato
atrofiado. Lamentablemente en la vida no siempre se cumplen los deseos por
mucha supervivencia que lleven en su significado.
-Han
encontrado algo, jefe. –dijo una voz muy cerca de la madriguera.
-Sacadla
sin miedo. No puede convertirse mientras esta herida y lo está. –su voz sonaba
cruel, fría y calculadora.
De
repente notó cómo unos brazos la sacaban a rastras y le hacían daño en la
herida. Tanto que no podía oír ni sus pensamientos de los gritos mudos que
intentaban brotar de su garganta dolida.
La
arrojaron al suelo, a los pies del jefe. Su único ojo la examinaba con premura
y maldad. Se agachó y la cogió por el cuello provocándole un fuerte dolor
agudo.
-Acabaré
con tu dolor muchacha. No soy malo. Soy tu salvador. Te quitaré el dolor. –dijo
mientras ella notaba cómo miles de cristales afilados se clavaban en ella.
En
realidad sólo era una daga clavada en su tripa. Una daga de plata que provoco
una hemorragia. El jefe la soltó y su cuerpo cayó al suelo verde. La sangre
transformo las hojas caídas y la hierba en un río de sangre y dolor. La joven
todavía viva dirigió sus últimos pensamientos a su familia y a sus amigas. Su
vida paso por su mente con mucha celeridad. Y ella misma pronunció su nombre
imperceptiblemente ‘Selene’. Un dolor muy agudo recorrió su cuerpo más fuerte
qué los demás y echo su último aliento en esa noche trágica de primavera. El
dolor cesó y su alma desapareció dejando un cadáver con ropas ajadas, sucias y
sangrantes.
Fue
encontrada por un labrador al día siguiente y enterrada después de una
autopsia. Se determinó asesinato y nadie mencionó el hecho de que se había
transformado en una loba de pelaje negro. Sus asesinos nunca fueron encontrados
sólo más víctimas, hombres y mujeres, jóvenes o adultos, asesinados en las
mismas circunstancias y mayoritariamente en bosques.
La
leyenda cuenta qué el fantasma de una loba negra merodea por el pueblo
esperando que algo ocurra y vengarse del hombre del parche que le arrebató su vida.
Y que en la noche de primavera en la que fue asesinada la joven Selene se oye
su aullido clamando justicia, una justicia que a día de hoy todavía no se ha
cumplido.
Un relato, sin duda, recomendable de leer. Creo que siempre se puede mejorar ciertos puntos pero es indiscutible que engancha a terminarlo.
ResponderEliminarPor otro lado, quería darte una buena noticia. Has sido premiada en mi blog :) No podías estar ausente en mi lista de elegidos.
Un beso,
Abel Jara Romero
Wow gracias ^^ Ahora ya estoy emocionada para toda la semana. Jiji enseguida hago una entrada en cuanto acabe lo de biología que ando haciendo jeje Graciassss!!!
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