La promesa de la Navidad

Relato mío a los once años:

La promesa de Navidad.

-esta tal cual como la presente al concurso-

Estaban llegando las navidades y Victoria, Irene y Silvia junto con su perrita Luna estaban esperando ansiosas que llegasen. Victoria tenía 27 años, era alta, era rubia, sus ojos eran azules como el cielo navideño y le encantaban los juegos de mesas a los que era muy buena jugando y casi siempre ganaba. Irene tenía 25 años, era de estatura normal, era morena, sus ojos marrones como el turrón y lo que más le gustaba y mejor se le daba eran los deportes. Silvia era la intelectual de las

tres y le encantaba la música, tenia 26 años, era de estatura media, sus ojos eran negros, su pelo era de un rojo tan intenso como el espumillón de un árbol de navidad. Y por ultimo la perrita de Silvia, Luna era un podenco orito español. Era de color marrón oscuro con los ojos color canela. Sus orejas eran puntiagudas y era muy traviesa, juguetona y sobretodo muy mimosa. Eso si a las tres les encantaba la navidad y por esa razón siempre intentaban hacer feliz a los niños y a la vez a los mas mayores. Ese año querían hacer algo especial por los perros pero también querían alegrar a niños, adultos y ancianos. Victoria e Irene decidieron recoger a los perros abandonados y cuidarlos. Ellas pensaron que podrían hacer una especie de casa en el garaje de Silvia ya que era el más grande y casi no lo usaba. Pero Silvia aporto la idea de que podían cuidarlos en el garaje hasta el día de nochebuena y mientras tanto les buscarían familias con niños, jóvenes parejas y ancianos con salud de hierro. Los perros grandes que recogiesen los darían para fincas pero si esos perros grandes todavía eran unos cachorros los darían en navidad para una organización que los educaban para lazarillos. Los perros medianos y pequeños para los niños. Los pequeños para los ancianos ya que no necesitaban muchos cuidados. Poco a poco fueron encontrando perros y asignándoles familias.

         Llego nochebuena y se disfrazaron de Mama Noel y a Luna la disfrazaron de reno. Las calles relucían como si fuera de día y las luces que colgaban de los edificios eran tan brillantes como el sol incluso los coches aparcados gracias a los reflejos parecían bombillas brillantes. En el medio de la plaza mayor de la ciudad había un gran árbol navideño adornado con todo tipo de luces y figuras, y en lo más alto del árbol había una estrella que brillaba como si tuviera luz propia. Victoria,

Irene y Silvia recorrieron las calles que estaban llenas de alegría y felicidad repartiendo a los perros en cajas de colores con agujeritos. Al día siguiente repartieron los perros grandes dejándolos en sus respectivas fincas con sus nuevos dueños y también dejaron a los cachorros en la organización donde los entrenarían para ser los lazarillos de personas ciegas. Todas las familias, parejas y mayores firmaron un papel prometiendo que no abandonarían ni pegarían a aquellos perros. El ayuntamiento les otorgo el premio el día de año nuevo a los corazones puros y a Luna la convirtieron en la mascota de las navidades de la ciudad. Las tres amigas hicieron una promesa: PROMETEMOS QUE TODO EL AÑO CUIDAREMOS DE AQUELLOS PERROS SIN HOGAR Y EN NAVIDAD HAREMOS FELICES A PERSONAS Y SOBRETODO A LOS NIÑOS QUE SON EL FUTURO DEL MUNDO Y DEBEN APRENDER  A DISTINGUIR EL BIEN DEL MAL. Todo el mundo incluso los perros pensaron que como tres muchachas podían hacer tanto con tan poco, es decir, que como podían hacer feliz a miles de niños solo con su buena intención y con el mejor amigo del hombre, el perro.

          Han pasado cinco años y las tres amigas siguen cumpliendo la promesa que hicieron y todo la ciudad, humanos y perros están unidos por un fuerte vinculo, la navidad.

         En la navidad lo importante no es regalar muchas cosas, es la buena intención de hacer feliz a los demás, sobretodo ha los niños, que son el futuro del mundo.

           MORALEJA:

El regalo o hecho no es lo importante

lo importante es la intención de hacer feliz a alguien 

FIN