La última guerrera

lunes, 24 de septiembre de 2012


El ambiente era húmedo, según corría notaba los golpes de las plantas al pasar. Tenia que pensar en no golpearse contra la gran cantidad de árboles que la rodeaban pero también en evitar que la alcanzasen. Tenía que proteger el colgante a toda costa, ya había habido demasiadas vidas pérdidas por protegerlo y esas muertes no iban a ser en vano. Solo tenia que llegar hasta las ruinas mayas en el centro de la selva, entrar y colocar el colgante en el altar sagrado y el mundo se salvaría. Su melena rojiza la había tenido que cortar hace tiempo, cuando llego al amazonas para que en una situación como en la que ahora se encontraba no se le enganchase con las ramas. Si no fuera por sus ojos turquesa que le afeminaban el rostro cualquiera diría que era un muchacho por sus vestimentas, ropas rasgadas y empapadas cubiertas por una oscura capa. Ya le quedaba poco debía llegar o el mundo correría la misma suerte que su planeta, el planeta gemelo de la Tierra, Aqua. Aqua había sido un bello planeta cuyo nombre no le hacía justicia. Estaba lleno de praderas y los hiumans, habitantes de Aqua podían cambiar de forma, por lo que nadie sabía como eran en realidad. Sin embargo eran similares a los humanos pero poseían poderes que estos no poseían, por lo menos no la mayoría. Podían ver el futuro, leer el destino o los más poderosos manejar el agua. Ninara desde pequeña había mostrado tener las tres capacidades pero cuando todo parecía perfecto el planeta salio de su orbita se alejo demasiado de su gemelo, y fue olvidado por los humanos. El planeta se congelaba poco a poco y los hiumans iban desapareciendo, sin embargo Ninara sobrevivió y fue mandada hasta la Tierra en busca de una solución. Llego a la Tierra cinco años después teniendo 20 años. Busco una solución y dio con un colgante que era capaz de salvar un planeta y se debía colocar en un lugar sagrado donde respondería a la llamada de los habitantes pero cuando quiso volver los humanos habían encontrado restos de un planeta similar a la Tierra en el que ya no quedaba vida. Ninara enmudeció por la noticia se había pasado cinco años buscando una solución y ahora nada podía hacer nada mas que hacer de la Tierra su nuevo hogar. Le dolía pensar todo lo que había sucedido pero debía continuar y salvar el planeta, esta vez no fracasaría, le había cogido cariño a su nuevo hogar. Esos malditos demonios que resultaron ser los culpables de la masacre de Aqua no vencerían esta vez, no mientras ella viviera. Había perdido su capacidad de cambiar de forma pero su oído era muy fino y los oía cada vez mas cerca. Ya veía una sombra entre la frondosa vegetación pero cuando creyó que podría llegar las fuerzas le flaquearon y se quedo inconsciente en el suelo húmedo. Era el final la alcanzarían, la matarían y destruirían el colgante. Pero oyó voces familiares en su mente <Vamos Ninara lucha por lo que quieres, no olvides que eres un Aquatiana, una guerrera, lucha por nosotros jamás te olvidamos no olvides a donde perteneces.>, si eso haría lucharía, esas voces eran sus hermanos, los hiumans o por lo menos sus almas, tenían razón no tenia que huir solo tenia que enfrentarse a ellos en las ruinas allí tendría ventaja era un lugar sagrado. Se levanto, las voces estaban cerca así que corrió todo lo que pudo, la vegetación se iba haciendo menos frondosa y llego a un claro con ruinas y justo en el centro una pirámide escalonada intacta. Subió los escalones hasta llegar arriba del todo, sudaba el cansancio se apoderaba de ella pero antes de desplomarse debía derrotar a los demonios. Coloco el colgante en el altar de la cima de la pirámide y un luz envolvió la selva. Los demonios ya habían llegado y se tuvieron que tapar la vista. Tal y como le indicaba su corazón puso la mano izquierda sobre el colgante y la derecha sobre su corazón, pronuncio un juramento ‘Por los siglos de sufrimiento, por los planetas destruidos Aqua fue el ultimo la Tierra no será destruida, vosotros los demonios que acabaron con millones de personas seréis encerrados en el interior de esta pirámide y para sellar la pirámide y que nadie logre abrirla yo la ultima de la dinastía Aquatiana te ofrezco mi vida hermana Tierra y a vosotros los Terrícolas para que podáis vivir en paz como vivió Aqua. Sois libres.’ Y así la última Aquatiana cayo sobre la húmeda piedra con una lágrima en el ojo como despedida y la mano en el pecho como agradecimiento a la Tierra por haberle dado un hogar. Los demonios jamás escaparían de su encierro y el alma de un planeta estaría reflejada en su hermana Tierra. Con el tiempo la selva engullo la pirámide y el cuerpo inerte de Ninara fue enterrado por los humanos al lado de la pirámide y en cuya lápida se leía ‘La guardiana de la Tierra’ un honor para el alma de Ninara que por fin se había reunido con los suyos. 

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